Apasionado de la tecnología y los medios audiovisuales, dió sus primeros pasos en la música electrónica a mediados de los 90 cuando cayó en sus manos una copia del Scream Tracker.
Aún recuerda, con cierta nostalgia pero con total nitidez, la primera vez que escuchó Red Herring de Union Jack, momento en el que entendió perfectamente por qué a esa música se le denominaba trance. Las ácidas líneas de bajo de la TB-303, etéreas voces atacando desde ambos extremos del campo estéreo, y una percusión energética e incesante, robaron su mente y su corazón para siempre.
Intenta escapar de las etiquetas estilísticas, incluyendo en sus sesiones tracks que van desde el house más juguetón hasta el techno más oscuro, pasando por electro, o trance, ya sea progresivo, acid o psicodélico.
Lo único que le importa es crear una atmósfera en la que todos podamos disfrutar y conectar a través de la música.